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La violencia sexual contra las mujeres en contextos de conflicto armado siempre ha sido un tema al que no se le ha prestado mucha atención. Sin embargo, en la década de los 90′ a raíz del genocidio de Rwanda y de los conflictos armados que asolaron la región de los Balcanes, la violencia sexual como arma de guerra se convirtió en una cuestión de interés público y comenzó a aparecer en los debates sobre conflictos armados. En una nueva sesión del Seminario Intercultural del Máster Universitario Internacional en Estudios de Paz, Conflictos y Desarrollo de la Universitat Jaume I, las compañeras y amigas, Iris Kigoma, Marissa Pothen y Priscyll Anctil pusieron sobre la mesa algunas cuestiones de este tema.

El triángulo de las violencias de Johan Galtung adaptado a la violencia de género

El triángulo de las violencias de Johan Galtung adaptado a la violencia de género

 La violencia sexual es una de las mayores atrocidades que se suelen cometer en los conflictos armados, utilizándose como un arma más de manera continua. Después del genocidio de Rwanda, la ONU se dió cuenta de que las violaciones cometidas durante la guerra tienden a ser sistemáticas y con la intención de aterrorizar a la población, destruir a las familias, a las comunidades y, en algunos casos, cambiar la composición étnica de la siguiente generación. Este tipo de crímenes, en contextos de conflicto y postconflicto son muy difíciles de juzgar, ya que el sistema judicial de los países suele quedar muy dañado.

Un ejemplo de esta situación y de cómo se ha mirado siempre para otro lado lo encontramos durante la Segunda Guerra Mundial, las dos partes en el conflicto se acusaron mutuamente de violaciones en masa, sin embargo, ninguno de los dos tribunales establecidos por los países aliados victoriosos para enjuiciar crímenes de guerra, en Tokio y Nuremberg, reconoció en sus Cartas el delito de violencia sexual. No obstante, en el artículo 27 del IV Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra (1949), queda recogido de manera explícita: «Las mujeres serán especialmente protegidas contra todo atentado a su honor y, en particular, contra la violación, la prostitución forzada y todo atentado a su pudor».

Cartel de Amnistía Internacional: "Violar es más barato que las balas".

Cartel de Amnistía Internacional: «Violar es más barato que las balas».

Hay varias teorías que tratan de explicar y entender la cuestión de la violencia de género:

  • Teoría de la inequidad de género: «La violencia contra las mujeres no origina con la guerra o los conflictos; emerge de una discriminación social, económica y cultural que alimenta la violencia sexual cuando el conflicto estalla» (Gaëlle-LeGoff, 2010: 17).
  • Teoría feminista: La violación o en la guerra, como la violación de la paz, no se identifica como un crimen de pasión sexual, sino como un crimen motivado por el deseo de un hombre para ejercer dominio sobre la mujer. Los hombres, en las sociedades patriarcales, tienden a desconfiar, despreciar y dominar a las mujeres.
  • Teoría biosocial: Los factores socioculturales son variables e insignificantes en la decisión del autor de la violación porque la actividad está condicionada genéticamente.
  • Teoría de la patología cultural: Esta teoría se refiere a aspectos del psicoanálisis cultural y ayuda a entender mejor la violación en tiempos de guerra en casos específicos. El objetivo es mirar hacia atrás en la historia de una nación y analizar qué factores de desarrollo han ayudado a que los hombres participen en actos de violencia sexual. Por ejemplo, una sociedad militarizada.
  • Teoría de la violación estratégica: Esta teoría es actualmente el más influyente en cuanto a la violación durante las guerras. La violación puede considerarse como una táctica ejecutada por los soldados al servicio de los grandes objetivos estratégicos de la guerra. Los militares no necesariamente ordenan a los soldados las violaciones, pero pueden servir como una manera coherente, coordinada y eficaz para los objetivos de la guerra. Algunos defensores de esta teoría se refieren a ella como «violación genocida».

Aunque para mí la teoría que mejor explica la situación general respecto a este tema (evidentemente habría que ir caso por caso) es la estratégica, creo que analizando su repercusión no sé si a la larga crear tanto odio entre la población puede llegar a ser bueno de cara al futuro. Es decir, en el sentido militar más estricto, no sé si a la larga esas violaciones se pueden volver en contra de los perpetradores en forma de venganzas. No obstante es interesante, a la vez que aterrador, escuchar las declaraciones de algunos de los combatientes.

Por otro lado, esta situación no sólo supone un evidente perjuicio para la integridad física de las mujeres, sino también un estigma social y psicológico para ella y para su comunidad. Situaciones como la pérdida de confianza y de seguridad dentro del grupo, la obligación de casarse con el violador, el rechazo por parte de sus familias, la falta de recursos, los desplazamientos y migraciones… son algunos de los elementos que pueden incrementar su vulnerabilidad social. Esta situación trata de resolverse a través de legislaciones nacionales (son escasas y poco efectivas en situaciones de conflicto o postconflicto) e internacionales (hay muchas, pero de difícil aplicación en un caso real): La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU o la Resolución 1820 del Consejo de Seguridad de la ONU. Incluso podríamos hablar de que el Tratado de Comercio de Armas (ATT) debería tener muy en cuenta la cuestión de la violencia sexual de cara a su prevención, ya que el comercio y uso de armas ligeras está íntimamente ligado a este asunto.

La ONG Médicos Sin Fronteras lleva a cabo muchas campañas contra la violencia sexual en contextos de postconflicto

La ONG Médicos Sin Fronteras lleva a cabo muchas campañas contra la violencia sexual en contextos de postconflicto

Tal y como señala un informe de la Escuela de Cultura de PazLa violencia sexual como arma de guerra, el uso de la violencia sexual en los conflictos armados no es un fenómeno que haya hecho aparición en las guerras contemporáneas. Desde la leyenda del rapto de las sabinas en los orígenes de la Roma antigua, hasta las violaciones masivas de mujeres alemanas por parte del ejército soviético –entre 100.000 y un millón de mujeres alemanas pudieron haber sido víctimas de esta violencia–, o el fenómeno de las “mujeres confort”, esclavas sexuales al servicio del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial, la historiografía está plagada de episodios de violencia sexual organizada en contextos bélicos.

Entre 80.000 y 200.000 mujeres, la inmensa mayoría de ellas coreanas, fueron víctimas de la violencia sexual en los burdeles militares japoneses extendidos por toda Asia antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Otro de los episodios históricos que ha sido revisado con el objetivo de dar visibilidad a la experiencia de las mujeres es el de la independencia de la India y la partición del subcontinente que dio lugar a la creación de India y Pakistán. 70.000 mujeres pudieron ser víctimas de la violencia sexual durante el periodo de la partición. También durante el conflicto que dio lugar a la creación de Bangladesh como Estado independiente, se estima que entre 200.000 y 400.000 mujeres fueron víctimas de la violencia sexual. La mayoría de ellas eran mujeres bengalíes agredidas por soldados pakistaníes, en lo que según numerosos analistas fue una estrategia organizada para sembrar el terror en la población de Pakistán Este.

La conclusión a la que pude llegar después de ver los casos presentados por Iris, Marissa y Priscyl, es que aunque las guerras aparezcan como un contexto en el que puede aumentar la violencia sexual y los crímenes sexuales, la discriminación contra las mujeres está profundamente enraizada en las costumbres, las leyes y las mentes. Mientras tratamos de cambiar esos patrones culturales de desigualdad para acabar con este tipo de situaciones, la mitigación del problema pasa por iniciativas como las del Centro Seruka (Médicos Sin Fronteras) en Burundi, con una mejor atención sanitaria en todos los campos, una mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones (UNIFEM & Right and Democracy), el trabajo conjunto entre hombres y mujeres sobre el problema y, por supuesto, la concienciación social para tratar de cambiar los patrones que estructuran una sociedad patriarcal y el refuerzo y cambio de las instituciones judiciales para acabar con la gran vulnerabilidad de la mujer. ¡Siempre hay esperanza!

Presentación en Power Point: DRC – BURUNDI SEMINAR (con fuentes y otros materiales)

Texto de la presentación (en inglés): DRC and Burundi Texts

¡SALUD!

Día: 09/05/2012

Lugar: Universidad Jaume I

En una nueva sesión del Seminario Intercultral del Máster Universitario Internacional en Estudios de Paz, Conflictos y Desarrollo de la Universitat Jaume I, Henning  Lorch nos habló de la relación entre la igualdad de género y la violencia estatal. En este espacio Henning tomó la palabra para presentar ideas sobre cómo la igualdad de género disminuye la violencia estatal, a través de políticas que fomenten la igualdad de oportunidades y reduciendo significativamente los estereotipos que han fomentado el dominio masculino durante mucho tiempo.

Henning planteó un interesante recorrido a través de la violencia estructural, ayudándose de métodos cuantitativos y presentando interpretaciones diversas (diferencias de género,  inter-/intranacionales, diferencias sociedad civil/estado, económicas, etc.) a través de varios autores: 1. Caprioli (2000), 2. Caprioli and Boyer (2001), 3. Caprioli (2003), 4. Regan and Paskeviciute (2003), 5. Caprioli (2005), 6. Melander (2005), 7. Hudson and Brinton (2007), 8. Heaney (2009), 9. Nincic & Nincic (2002), 10. Bjereld (2001). Podéis encontrar la presentación aquí: Gender Equality and State Violence – By Henning Lorch

Sin embargo, lo que más llamó mi atención aquel día fue el modelo presentado por el ponente. Aunque no creo mucho en los modelos que tratan de explicar la complejidad inmensa de este mundo en el que vivimos, creo que Lorch estuvo acertado en las relaciones encontradas entre las variables incluidas en el modelo.

Modelo presentado por Henning Lorch

La idea principal de el modelo es que tanto los sistemas de gobierno, como los factores económicos y culturales, son determinantes en el desarrollo de una sociedad y también son muy importantes desde el punto de vista de género. Esto se produce ya que en función de cuáles sean las características que posean esas variables, el papel de las mujeres también se ve afectado de una forma u otra. Del mismo modo, las políticas estatales influyen en ello. Por ejemplo, una educación basada en la narrativa de los «grandes hombres de la historia» (descubridores, comerciantes, economistas, reyes…) decanta mucho la balanza hacia la predominancia masculina. ¿Por qué no hablar también de las grandes mujeres que han vivido y hecho grandes cosas por este mundo? Es una buena forma de crear conciencia y reconocimiento, como plantea este modelo.

Del mismo modo, la incorporación de las mujeres al mundo laboral, «de puertas hacia fuera» si queréis, (¿cuándo no han trabajado? que alguien me lo diga…) y a los puestos de poder (aunque siguen siendo minoría) también han supuesto un vuelco del sistema patriarcal, facilitando que las conexiones planteadas por este modelo se incrementen. La lucha feminista en la búsqueda de la equidad, pero basada en la diferencia (somos diferentes en capacidades y en maneras de obrar, ya no sólo por género sino como individuos y creo que los más positivo es saber sacar lo mejor que hay en cada uno), ha logrado grandes cosas, pero la discriminación en ciertos contextos sigue muy presente por desgracia.

Además, todo este panorama está envuelto por el papel de los omnipresentes y poderosos medios de comunicación, que a menudo y sin saberlo, a veces, reproducen las estructuras tradicionales. No obstante, gracias al trabajo cada vez más intenso y efectivo de las organizaciones que trabajan por tener en cuenta el enfoque de género, ya existen códigos éticos que buscan introducirse en los ámbitos comunicativos y educativos.  A mi no me cabe la menor duda de que, como decía Henning, una mayor participación, consideración y reconocimiento de la mujer en la sociedad y una mayor igualdad (con lo cual, menor discriminación) supondrán una menor violencia por parte del Estado, principalmente porque el cuidado aumentará y disminuirá la fuerza. Entonces si habrá un verdadero equilibrio entre las energías femenina y masculina.

Aquí os dejo el modelo propuesto por los compañeros en el taller final, con unas discusiones muy interesantes:

Modelo propuesto por los estudiantes del Master de la Paz (2011-2013)

¡SALUD!